En una hermosa enramada
de verdes hojas ceñida,
graciosa, fresca y rosada,
vi una flor medio escondida
por el sol acariciada.
Delicado y suave olor
de sus hojas desprendía,
era tan hermosa flor,
que más que flor parecía
el primer sueño de amor.
Un ruiseñor que a su lado
el nido se fabricó,
de su belleza prendado,
mil gorjeos levantó
con acento enamorado.
El aura que la mecía,
con su corola jugaba,
y un arroyo que bullía
cerca de ella, la besaba
y su tallo humedecía.
………………..
¡Pobre flor inmaculada!
¿Quién tronchó tu casta vida?
¿Cómo yaces olvidada
de tu rama desprendida
en el seco polvo hollada?
Triste canta el ruiseñor
sin alivio a su desvelo,
que no ha olvidado tu amor
por más que tendiendo el vuelo
vive ya junto a otra flor.
Solo el arroyo murmura
y te besa dulcemente,
ayer miró tu hermosura;
¿si hallarás en su corriente
mañana la sepultura?
¿Y no habrá quien te levante
del olvido en donde estás?
¡Tu dicha duró un instante!
¡Si no ha de volver jamás,
deja al menos que la cante
Y que por mi voz te diga,
que la mano que te hirió
la tuviste por amiga;
mano que así se portó,
¡déjame que la maldiga.
.
Cuando en las alas del viento
te mires arrebatada,
aun resonará el lamento
de aquel ave enamorada
que te elevara su acento.
¡Y quién sabe si al quedar
en cadáver convertida,
vuelva el ruiseñor a amar
y cante a la flor querida
que nunca llegó a olvidar!
¡Pero, ay, pobre ruiseñor
sin alivio y sin consuelo!
¡Tu canto será el dolor,
pues ya, aunque tiendas el vuelo
no encontrarás a la flor!
En silencioso rodar
se la lleva la corriente
donde nunca la has de hallar,
que el arroyo, lentamente,
¡se va a morir en el mar !