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Los amores de un ruiseñor

 

Sereno el Guadalquivir

arrastraba sus corrientes

entre linfas trasparentes,

huyendo al mar a morir

confundido en sus rompientes.

 

El cielo resplandecía

a través de sus cristales,

y hasta el alma estremecía,

porque no tiene rivales

el cielo de Andalucía.

 

El aura que se escapaba

de su atmósfera brillante

entre las flores jugaba,

columpiándolas amante

con los besos que las daba.

 

De placer estremecidas

se dejaban arrancar

los perfumes de sus vidas,

logrando el aura llevar

mil esencias confundidas.

 

En lucientes resplandores

besaba el sol la enramada

con cien distintos colores,

recibiendo ella inclinada

sus rayos abrasadores.

 

Mil murmullos deliciosos

vagaban   de amor henchidos,

que aquellos climas hermosos

hasta en sus ecos perdidos

llevan cantos amorosos.

 

Con la mágica dulzura

que la primavera encierra

la Andalucía fulgura,

que mayo en su rica tierra

es un mundo de hermosura.

 

Entre una humilde retama,

prendido en oculta rama,

junto a un remanso del río,

en una hermosa mañana

halleme un nido vacío.

 

Mi pensamiento soñó

que no estaba abandonado,

y sin darme cuenta yo

a otra mañana marchó

mi planta hacia aquel vallado.

 

Al llegar muy cerca de él

miré al nido que buscaba,

y vi un ave que arreglaba

las pajas del nido aquel

que en silencio contemplaba.

 

Afanosa en su quehacer

el ave no me sintió

y no me quise mover

porque soy tan rara yo

que no me canso de ver.

 

Batiendo sus pardas alas,

el pico medio escondido,

vi al pájaro distraído,

arrancando pajas malas

que echaba fuera del nido.

 

Tornose, me vio, voló:

de aquel sitio no me fui

y al fin el ave volvió,

y cuantas veces volví

nunca el ave se espantó.

 

El nido arreglado estaba,

yo al ave no conocía,

conocerla me importaba

y esperé que su armonía

me dijera lo que ansiaba.

 

Guardando el nido, aun vacío,

muy quedo empezó a cantar,

tan quedo que hasta el pasar

de las gotas del rocío

llegó su canto a velar.

 

Los ecos dulces, ligeros,

la modulación brillante

de aquellos cantos primeros

eran cual llamada amante

a los días venideros.

 

Creció la rica armonía

de tan sublime canción,

hablando a la poesía

al alma y al corazón

los gorjeos que vertía.

 

Los unidos eslabones

de mil guirnaldas de trinos,

prendidas en sus canciones,

eran acentos divinos

de inmortales creaciones.

 

…………………………

 

Dime, hermoso trovador,

ese canto indefinible

¿no te lo inspira el amor?

Si tu respuesta es posible,

dime que sí, ruiseñor.

 

Ya miro en tu nido hermoso

una amante compañera,

y te contemplo amoroso,

buscándola en la pradera

su alimento y su reposo.

 

Alado insecto la llevas

sujeto en tu pico amante,

y, en tus amores constante,

le das generosas pruebas

que ella te paga anhelante.

 

Si con gracioso descuido

la ves peinar su plumaje,

a su lado estremecido

la besas entre el ramaje,

dosel de tu hermoso nido.

 

Acariciando la pluma

y rizándola una a una

los dos os fingís enojos,

hasta que al fin por fortuna

llegáis a veros los ojos.

 

Revolando en torno de ella

la adormeces con tus giros,

y al contemplarla tan bella

se te escapan mil suspiros

de enamorada querella.

 

Solo el sueño de tal vida

tu canto pudo inspirar:

hoy ya la gozas cumplida,

vives solo para amar

y hasta el canto se te olvida.

 

Mientras no realizaste

amores que te encendían,

tus gorjeos levantaste

pensando te distraían:

¡y hoy callas, que amor hallaste!

 

¿Y no volveré a escuchar

tu voz armoniosa y pura?

Sí; porque aún has de soñar

con otra mayor ventura,

y volverás a cantar.

 

Y entonces tu inspiración

no resonará perdida,

porque entonces tu misión

es que aprendan la canción

seres que te deben la vida

 

Ya empiezas a modularla

y yo absorta a contemplarte.

¡Cómo oírla y no admirarla!

Tu canción respira el arte,

la extiendes para enseñarla.

 

Con sus notas caprichosas

formas tonos delicados,

cantos valientes, aislados

y variaciones hermosas

de agudos trinos doblados.

 

Y tornas a enmudecer

cuando, atento a tu cuidado,

vuelas del nido a traer

algún granito olvidado

que nunca llegó a crecer.

 

Y entre suspiros amantes

y enamoradas caricias,

van huyendo tus instantes

con sus recuerdos brillantes

y sus mundos de delicias…

 

…………………………

 

Pasaron días; volví

a buscar mi ruiseñor;

el nido allí estaba, sí,

mas no sé si con dolor

al ruiseñor no lo vi.

 

El nido se columpiaba

en la retama prendido;

y el cierzo que la besaba

al encontrarla, arrancaba

algunas pajas del nido.

 

¡Con que pasan los amores…!

Sentime con fuerzas escasa,

miré al nido ¡siempre errores!

El amor, como las flores,

cual todo en el mundo pasa.

 

Arremolinando el viento

algunas hojas marchitas

distrajo mi pensamiento

que empezaba violento

a girar en tristes cuitas.

 

Alcé los ojos del suelo

y miré a mi ruiseñor

cruzando el azul del cielo:

¡Ya no buscaba el amor

sino abrigo contra el hielo!

 

 

 


 

Para saber más acerca de nuestra protagonista

 

Rosario de Acuña. Comentarios (⇑)
Algunas notas acerca de la vida de esta ilustre librepensadora
 
 
 
 
Imagen de la portada del libro

 

Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (⇑)