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Señor  director de El Comercio

 

Apreciable señor:

Le dirijo la presente para que tenga usted la bondad de dar las gracias más expresivas en mi nombre al señor redactor informador de su periódico que, en la noche del 16 de enero, estuvo en esta casa para tomar noticias del naufragio  de la goleta Nuestra Señora del Carmen.

No es sólo por lo que en ella se refiere a mi insignificante actuación en el suceso, pues casi es vergonzoso que se mencione como excepcional caso lo que no puede menos de cumplir cualquier persona de conciencia mínimamente racional.

Le doy las gracias más efusivas al señor redactor por la manera cómo secundó los deseos expresados por mí en aquella cruel noche; porque una pluma avezada de periodismo bien guiada por inteligencia clara y sentimientos delicados se pusiera con valentía al lado de los que sólo son desgraciados y víctimas por el abandono y el egoísmo de los afortunados y vencedores.

Admirablemente fueron interpretadas en el periódico de la dirección de usted las recomendaciones que hice y que tuvo la bondad aquel señor (cuyo nombre siento no recordar) de escuchar, comprender y realizar, tanto en la información como en el artículo de fondo.

Sólo falta para el término del asunto, que si se les concede la Cruz de Beneficencia a los dos jóvenes Primitivo Torres y Arturo Pérez –que fueron los primeros que, en la más absoluta oscuridad, casi sin elementos y sin conocer el sitio, bajaron por el acantilado, dando ejemplo y estímulo para el fin de la obra–, se abra una suscripción en la prensa local para regalarles las insignias de la Orden, que deben serles entregadas con solemnidad, pues todo es poco  en estos tiempos para restablecer el equilibrio de la Justicia y del Amor.

Con este motivo, queda de usted atenta s.s.q.b.s.m.

Rosario de Acuña y Villanueva

Gijón, 19 de enero de 1923

 

 

Notas

 (1) Tras el texto de la carta se hace pública la siguiente nota de la redacción: «El redactor  a que alude doña Rosario de Acuña es nuestro querido compañero don Manuel Fernández, que con su gran vocación periodística ha puesto en el relato tal acierto y diligencia y además tal fervor que supo llevara las cuartillas, con acierto singularísimo, todo el interés del trágico suceso, mediante una visión personal de los momentos culminantes del siniestro. Aprovechamos esta coyuntura para dar el nombre del que tan acertadamente ha sabido informar al público. Al sincero aplauso que doña Rosario le otorga, puede unir el nuestro y el de nuestros lectores, que ya se los habían otorgado a tan inteligente y querido compañero».

 (2) Rosario de Acuña no solo atendió a los supervivientes del naufragio que fueron llevadas a su casa, sino que también escribió un duro artículo titulado «Petición de justicia» (⇑) , en el cual reclamaba a las autoridades la adquisición de cuanto material marítimo fuera necesario para dar seguridad a los marineros. De todo ello se puede encontrar más información en el siguiente comentario:


 
Rafael Monleón y Torres: Un naufragio en las costas de Asturias (1875), Museo del Prado 247. Un recado para los responsables del puerto de El Musel
Dando muestras de una gran excitación, un hombre corre  descalzo y completamente empapado en agua. Cada poco, sale una exclamación de su boca, cada vez más desalentada y fatigosa: « ¡Salvadlos!, que se mueren...

 

 


 

Para saber más acerca de nuestra protagonista

 

Rosario de Acuña. Comentarios (⇑)
Algunas notas acerca de la vida de esta ilustre librepensadora
 
 
 
 
Imagen de la portada del libro

 

Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (⇑)