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Acuarela

 

El sol luciendo esplendente;

de gualda pintado el cielo;

horizonte ilimitado,

por verdes mares envuelto;

en la montaña las brumas

festones de oro prendiendo;

con la espuma de las olas

de nieve bordado el suelo;

rastros de nácar luciente

en  las playas y en el puerto;

tendidos por leve brisa

de las barquillas los lienzos;

y apoyada en la colina,

reina de floresta siendo,

blanca, y humilde, y aislada,

casa, nido, choza o techo,

algo que preste calor

cuando se lleguen los cierzos;

algo que recoja el alma

en un tranquilo silencio;

algo que guarde la vida

y que defienda los muertos;

albergue sencillo y puro,

donde el azul de los cielos

pueda verse; donde more

la paz con dulce misterio;

donde la blanca espiral

del humo vaya subiendo,

y se lleve las pasiones,

que humo son del pensamiento...

¡Oh qué feliz existencia,

si de tal modo cumpliendo

fuera sus horas terrenas!

¡Cuanta dicha en todo esto,

si, al traer los ideales

de la práctica al terreno

no se viera lo imposible

que es soñar y estar despierto!

 

 

 


 

Para saber más acerca de nuestra protagonista

 

Rosario de Acuña. Comentarios (⇑)
Algunas notas acerca de la vida de esta ilustre librepensadora
 
 
 
 
Imagen de la portada del libro

 

Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (⇑)