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A Berthe Delaunay (fragmento)

 

Este año cinco jóvenes chicas extranjeras: dos americanas, dos alemanas y una francesa se han inscrito en la Universidad de Madrid para seguir los cursos de medicina. Estas jóvenes mujeres se proponían, al parecer, ir más tarde a ejercer su profesión a Marruecos, donde las médicas son bien recibidas por los árabes, llegando a ganarse bien la vida.

Sin embargo, esta intrusión de mujeres ha exasperado a unos “hidalgos galantes”, a los hijos de la burguesía, cuya insolente altivez e imborrable estupidez hacen lamentar el cortés egoísmo de la aristocracia. Después de haber multiplicado el acoso y las vejaciones de todo tipo sobre las cinco estudiantes e irritados al constatar el silencioso desdén con el que respondían a su sistemática hostilidad, dieron una forma más directa a sus ataques. Una tarde, después de las clases, esperaron a las jóvenes a la salida, las rodearon, lanzándoles los más groseros insultos, poniéndoles las manos encima y ofendiendo su pudor con toqueteos insultantes. Al oído de los gritos que lanzaban, un carretero que pasaba se armó de su látigo para poner en fuga a los canallas, azotándolos como a fieras.

Y yo, indignada, escribí en El Internacional de París una crónica sobre este hecho desolador que, más que todos nuestros defectos, le dará a Europa el nivel de nuestro valor moral.

Si esta es la élite de la raza española, pongamos un velo sobre nuestros rostros y cubramos con cenizas nuestras cabezas, porque nuestro pobre país está perdido.

Pero no, los hijos de la burguesía no constituyen la élite… Está en otro lugar y es más numerosa… está en la familia del carretero que fustigó a los estudiantes sin vergüenza, está en el pueblo inteligente, sobrio y paciente, en cuyos corazones aún habitan el que las hermosas cualidades del orgullo y la lealtad. Es por las personas fuertes y justas que nos levantaremos de nuevo y volveremos a ocupar el lugar que nos corresponde en el mundo civilizado.

Grabad en vuestra memoria esta frase que acaba de pronunciar en un mitin socialista en Madrid una mujer del pueblo que cuenta con sus compañeras para abrir los ojos de sus maridos, sus hermanos y sus hijos:

«No son los pantalones, sino las faldas las que harán la revolución en España» (Virginia González).

 

 

(Texto incluido por Berthe Delaunay en el reportaje titulado «Opinions espagnoles sur le Maroc» y traducido por Irene Fernández Fernández).

 

Nota. Para conocer el contexto en el cual se escribió la carta, se recomienda la lectura del siguiente comentario:

 

Página inicial del artículo (izda.), fotografía de Berthe Delaunay (dcha.)275. Una carta llegada desde el exilio
Desde Francia llegó a Gijón para hacerle una entrevista y se encontró con que estaba fuera, en el exilio portugués. Tanto era su interés que encontró la manera de hacerle llegar una carta. La respuesta no tardó en llegar...

 

 

 

 


 

Para saber más acerca de nuestra protagonista

 

Rosario de Acuña. Comentarios (⇑)
Algunas notas acerca de la vida de esta ilustre librepensadora
 
 
 
 
Imagen de la portada del libro

 

Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (⇑)