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Sr. director de Las Dominicales

 

Ruego a usted tenga la bondad de insertar en su periódico que, encontrándome sufriendo una penosa convalecencia, después de once meses de gravísimas fiebres infecciosas, me es imposible aceptar ninguna representación cerca del Congreso Libre-pensador, ni ocuparme de asunto alguno extraño a la reposición de mi salud (me está ordenado así por prescripción facultativa), y ruégole haga publicar lo expuesto porque tampoco me es posible contestar individualmente a todas las corporaciones o personas que se han servido nombrarme delegado, quedando de este modo enterados del porqué de mi silencio y ausencia del Congreso. 

Le queda agradecida al favor, Rosario de Acuña.

Pinto, Villanueva 30 de septiembre de 1892

 

 

 

Nota

En La abeja desterrada (⇑), un cuento publicado en el Heraldo de Madrid el 27 de junio de ese año, nos da alguna información acerca de su enfermedad. Está dedicado al doctor Aramendia, catedrático de la Facultad de Medicina de Madrid, que fue quien le atendió de las fiebres palúdicas que padeció durante meses.

 


 

Para saber más acerca de nuestra protagonista

 

Rosario de Acuña. Comentarios (⇑)
Algunas notas acerca de la vida de esta ilustre librepensadora
 
 
 
 
Imagen de la portada del libro

 

Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (⇑)