imagen de la cabecera

 

Carta a Humberto Mulder

 

 

Señor don Humberto Mulder

Muy señor mío de toda consideración:

Autorizada por mi respetable amigo el señor vizconde de Ros, me tomo la libertad de dirigirme a usted rogándole que, si tiene amistad con el señor don Eduardo Iglesias como se deduce de su carta al señor vizconde, le diga respecto al asunto del Faro lo siguiente:

Que estimando no solo su valía, no solo no tengo inconveniente en que él entable la demanda de injurias y calumnias contra dicho diario, sino que tendría una satisfacción en lograr lo que para mí tal vez sería inmerecida honra, pero que teniéndome que atener a la escasa pensión que mi marido me entrega, desde que hace seis años resolvimos ambos nuestra completa separación, no me es posible acudir a los tribunales sino en concepto de pobre de solemnidad, y por lo tanto el abogado que se encargue de este asunto tiene que activarlo sin recibir honorario alguno, en concepto de abogado de pobres. Si la bondad de su amigo, el señor Iglesias, llega al extremo de querer encargarse de este asunto del modo expresado estoy pronta a mandarle el amplio poder marital que para todo género de asuntos me otorgó el que fue mi marido al tiempo de nuestro mutuamente convenido divorcio, así como  todos los demás documentos necesarios para el caso, pudiendo desde luego así que los recibiera empezar los trámites de la causa.

 

Fragmento de la carta que envía a Humberto Mulder en mayo de 1888

Y si, como pudiera suceder y nada tendría de extraño ni yo por ello me ofendería en nada, el señor Iglesias no quisiera encargarse de esta manera de mi asunto, usted –a quien el señor vizconde me autoriza a tratar como amigo y particular– vería si algún otro abogado (capaz de dar al asunto la importancia que a juicio de nuestros amigos requiere) de esa localidad querría hacerlo, y si ninguno se prestase a hacerlo en la forma indicada, renuncio desde luego al derecho que como mujer honrada tengo de defender mi honra, toda vez que la justicia humana necesita como primera condición para accionar la tasa de precio.

Rogándole me dispense la molestia que le haya podido causar, se ofrece de usted con este motivo su atenta y segura servidora q.b.s.m.

R de A

28 de mayo

 

 

Nota

(1)  Al encontrarse entre los documentos que integran su archivo personal (⇑), que se conserva en la Biblioteca Histórica Municipal de Madrid, cabe razonablemente pensar que se trata de una copia de la carta enviada a su destinatario.

 


 

Para saber más acerca de nuestra protagonista

 

Rosario de Acuña. Comentarios (⇑)
Algunas notas acerca de la vida de esta ilustre librepensadora
 
 
 
 
Imagen de la portada del libro

 

Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (⇑)